viernes, 15 de abril de 2005

ENTRADA DE JESÚS EN JERUSALÉN

Yo te bendigo, Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes y se las has mostrado a los pequeñitos.
Lc. 10, 21.

Llevaron, pues, el burrito a Jesús y le echaron sus capas por encima para que Jesús se montara. A medida que avanzaba, la gente extendía sus mantos sobre el camino. Al acercarse a la bajada del cerro de los Olivos, la multitud de sus seguidores, llenos de alegría, se pusieron a alabar a Dios a voz en cuello, por todos los milagros que habían visto. Y decían: ¡Bendito el que viene, el Rey en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo! ¡Gloria en lo más alto de los cielos!

Algunos fariseos que se encontraban entre la gente dijeron a Jesús: Maestro reprende a tus seguidores. Pero El contestó: Yo les digo que si ellos se callan, las piedras gritarán.

Lc. 19, 35 - 40.