domingo, 13 de julio de 2008

"Tu tienes que salir a anunciar el Reino de Dios"

Quiero compartir con ustedes la recogida de gracias de los EE de este año, que siento fue de una presencia constante y fiel del Señor en mi vida. Desde el primer momento y como nunca, experimenté que mi vida es una “Bendición” de Dios, que su promesa de “tu serás una Bendición” ya se ha hecho vida, su propia Vida en la mía y en todos con quienes voy compartiendo el seguimiento del Señor Jesús.
El me hablaba con claridad y firmeza, de cómo todo ha sido bondad suya: las personas, el ambiente, la comunidad, los lugares, la comida, "todo" y de cómo también he recibido esto muchas veces con indiferencia, rechazo, estrechez y no reconociendo su presencia. Y así, con claridad, mirar mi pecado y su camino en mí. Fue mostrándome como ese proceso sobre todo en el pensamiento, muchas veces por fuera todo bien, pero ese desvío interior, la crítica desde mi rechazo, tiene consecuencias de tristeza, mal humor y poca aceptación. Para mí fue un hacerme más consiente de cómo actúa el mal por ahí y me lleva hacia lo suyo, fue una gracia muy grande poder explicitar y dejarme también ayudar por la persona que me acompañaba (Virginia, la encargada de junioras). El Señor me trató con ternura y me fue dando los medios y la determinación para trabajar esto.
La llamada del Señor “Tú Sígueme, deja que los muertos entierren a sus muerto, tu tienes que salir a anunciar el Reino de Dios” me devolvió como la alegría y el sentido del llamado. Para eso estoy y para ser “luz, una ciudad edificada sobre la roca que no se puede esconder”, me repetía una y otra vez a mi corazón tan pequeño y lo llenaba de su propia vida, de su mismo Espíritu. Mi relación con él fue de lucha, pero una lucha fecunda, en donde todo lo que le presentaba se iba transformando en motivo de mi propia salvación, para mí, para los demás. Fue un asumir con realismo lo que hoy me toca, desde el Señor. Y acompañarlo en su pasión, en su muerte y resurrección en fe, creyendo que su promesa es Vida en la mía, con Jesús pobre, humilde, inútil. También María me cuida y me mantiene junto a su hijo y su presencia es de ánimo y fortaleza.
Les pido sus oraciones para mantenerme en los medios que el Señor me ha ido mostrando. Muy unidos en él, con cariño: Ili