viernes, 2 de mayo de 2008

Arraigo y desarraigo durante la caminata en fe

Queridos hermanas/os en el Señor

Les comparto mi sentir de este tiempo; en el que un nuevo desarraigo me permite parar , levantar un altar a Dios y agradecerle por su fidelidad y amor. Siento una disposicion interior para desinstalar la tienda y volver a instalarla en otro campamento, donde Dios me espera.

Mis EE.EE. me ayudaron a dejar acentar en mi Señor todo lo vivido y compartido con El durante las últimas etapas de peregrinación. Voy aprendiendo cada vez más a guardar todo en el corazón como María y a permanecer escondida con Cristo en Dios.

Dios ha obrado en mi al liberarme de ataduras que no me permitían dejarle el pleno protagonismo a El. Me ha liberado de temores y dudas a la hora de discernir su voluntad, de la busqueda de seguridades humanas, de bloqueos a nivel de mi memoria e inteligencia, de heridas de mi infancia que se han hecho conscientes y de tentaciones varias.


La letra del canto que los ángeles cantan al niño Dios se va haciendo vida en mi: "Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres..." En momentos privilegiados de mi vida cotidiana me siento plenamente en comunion con todas las criaturas del cielo y de la tierra; que cantan alabanzas al Señor. Y el canto de alabanza que brota de lo profundo del corazón retorna como paz y consuelo; dando sentido a mi vida.

En Jesús puedo participar un poquito de su misterio pascual y esta experiencia me aproxima a la vivencia que expresa San Pablo, cuando dice que nos corresponde dar término a lo que falta de la pasión de Cristo.

Reconozco que el haber asistido al anticipo de la fiesta de bodas me habrió una nueva puerta de mayor libertad y entrega. En mis últimas oraciones de contemplacion para alcanzar amor se consolidó en mi una alianza eterna, sintiéndome esposa libre en el esposo.
Y cuántas gracias de amor y reconciliacion entre mis hnos y hnas, en la comunidad se desprenden de esta gran Gracia; que es la misma vida del Resucitado manifestándose en lo concreto de cada día.

Termino diciendo como San Ignacio: "Señor tu Amor y Gracia me bastan" que se me traducen en relaciones de ternura y paz entre los seres humanos.

Un abrazo a cada una y cada uno.
Unidos en la oración.
Fide