lunes, 2 de julio de 2007

Jesús Eucarístico me ama

Durante 15 anos, más o menos, en cada Misa después de comulgar, pido a Jesús que tome posesión de mí porque me siento totalmente impotente e incapaz (Juan 15:5). Yo tengo las raíces de todos los pecados.

En Septiembre del año 1998, en un retiro personalizado con el P. Oscar Martín, S.J., en la madrugada, medio dormido, Jesús me dijo: Como tú dices sobre el pan: esto es mi cuerpo, Yo puedo decir sobre ti que tú eres mi cuerpo. No soy yo, pero Jesús quien vive en mí. El amor de Dios me dejó sin palabras. Voy a necesitar toda la eternidad para dar gracias a Dios por la Eucaristía: Abismo de riqueza, de bondad, de amor mirando el abismo de mi pobreza, de mi miseria, de mi nada. Yo vivo totalmente de la compasión del Padre. Más y más este año, me doy cuenta, que Jesús en la Eucaristía es mi única Riqueza, mi único Tesoro.

En 1998, el 12 de Diciembre, Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, estaba en Asunción yendo al centro en la línea 9, sentí una fuerte presencia del Señor como diciéndome: cada latido de corazón es acto de amor, cada respiración es acto de amor, cada paso es acto de amor. En Jesús, todo es amor. La Virgencita me acompaña de muy cerca y a todos nosotros-as. Alaba todo mi ser la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en el Dios que me salva.

En los Corazones de Jesús y Maria, Carlos T. SJ

El agua que yo te doy, se convertirá en manantial de agua que mana sin cesar hasta la vida eterna"..

Queridos herman@s:

Ayer terminé los EEEE, y con gusto quiero compartir con ustedes lo que el Señor va haciendo en mi vida en este tiempo en Colombia. Siento el paso del Señor en estos días como una brisa suave en un día de sol, como un frescor profundo, sacado del pozo de agua viva.

Es mucho lo vivido este tiempo, sobre todo en estos últimos 6 meses, para mi ha sido muy agotador, entrar en una dinámica totalmente diferente a lo que venia haciendo. Por un lado el colegio, yo nunca había enseñado, y se volvía muy exigente por el nivel del colegio y el tipo de niñas (adolescentes). También el post grado (teología, con énfasis en las Sagradas Escrituras), y yo sin nunca haber hecho un cursito de Cristología, solo la formación de cristiana de la Compañía. Y sin darme cuenta me metí en un nivel de exigencia interior máximo que me llevo a mucho cansancio y desanimo grande. En este tiempo también cerramos la comunidad y me toco cambio de casa. Bueno, sin contar detallitos, fueron como aflorando cada vez más actitudes de centramiento en mí misma, y esa exigencia mía me llevaba a llenar un esquema interior: Autoridad- llenar expectativas -ser más -satisfacer a los demás, como en retroalimentación negativa, y claro autodestructiva. Una y otra vez cayendo en lo mismo, pero sin poder expresar la desorientación y la insatisfacción frente a todo.

Con todo esto llegaba al retiro. Y como el Señor me conoce, me puso a Maria Cecilia con quien fui confrontando todos los días. Desde el primer momento él no se hizo esperar, me recordó las gracias con las que me preparo para venir a Colombia: el revestirme de sus actitudes, hacerme esposa amada, suya totalmente. Y fue entrando lentamente, confrontándome una vez mas con su vida, con lo que él ha pasado, sanando esas heridas de querer dar el gusto a través de lo que hago, mi necesidad de estima, mostrándome cuales son los pozos superficiales de los cuales saco el agua y por eso se agota. Me regalo de su agua limpia, clara, inagotable. Y la gracia de captar interiormente que es esto de “vencerse a uno mismo” “entrar por la puerta estrecha” dejando pasar el Espíritu del Señor en mí. El estar con Jesús, aprender de él a vivir relajado, y su invitación a soltar amarras y las pescas infructuosas de las pre-ocupaciones, orgullos, esfuerzos desmedidos para que todo “me salga bien”. También el dejarme enseñar por José y María en la vida oculta.

Con el texto de Gn 12,1-3, me confronto mi manera de estar en la nueva comunidad. Una comunidad de gente muy buena, con años de estar así como están, aparentemente todo inamovible, y yo me acomodé. Mi orgullo me trabó cuando después de un tiempo de llegar al país me dijeron que quería repetir lo del Paraguay, que vivía de añoranzas, que necesitaba estructura. Pero una vez más me decía “yo te mostraré”, y esto me llenaba de confianza, de ánimo para volver a entregarme desde mi identidad de ser comunidad apostólica formadora, con gusto, con fuerza.

Y para terminar, Maria a mi lado, frente a mi amado pobre, humillado, crucificado. Sola me sentía incapaz, pero experimentaba que esa compañía no me falta, que el Señor me confirma ahí en su seguimiento y en esto encuentro mi única alegría y paz.

De verdad un tiempo de mucha intimidad, de aprender de él, de dejarme tocar, curar, de estar. Y pido sus oraciones para ir concretizando estas gracias en el día a día. En todo momento los recordé, me sentí unida al Pueblo Santo de Dios, fortalecida en la fe de mis hermanos, sobre todo en lo que vive aquí en Colombia (eso es un tema que el mundo no se imagina, es un país que vive en guerra, donde diariamente la gente muere, es mutilada y violada en sus derechos fundamentales, en otra oportunidad les comparto más sobre esto).

Un abrazo fuerte y unidos en el Señor: Ili