lunes, 20 de diciembre de 2010

Un compartir hermoso


Quiero aprovechar estos medios para compartir con ustedes una Reflexión hermosa del General de los hermanos de mi Congregación, espero les ayude y guste:

DEL SUPERIOR GENERAL

El lado “oculto” de Jesús

Se acerca el tiempo de Navidad. El evangelio nos dice que Jesús nace en medio de la
“noche” (Lc 2,8), escondido a la mirada de casi todos, y que irá creciendo y madurando en Nazaret (Lc 2,39-40), un pequeño pueblo sin notoriedad y alejado del centro del país y del imperio. Es lo que nuestra tradición llama la infancia y la vida oculta del Señor. En Jesús, Dios parece entrar de incógnito en la historia humana. “En medio de vosotros hay uno a quien no conocéis” (Jn 1,26). La acción de Dios en Jesús es fundamentalmente misteriosa, oculta. El Padre, “que ve en lo secreto” (Mt 6,4), actúa también en lo secreto.

San Bernardo (que es el protector de la Congregación al que el Buen Padre más se parecía, según la apreciación de la Buena Madre) insiste en el carácter oculto del amor con que Dios nos ama en Jesús. Dice que el amor de Dios es discreto, gratuito, generoso. Ama de tal manera que acepta el riesgo de ser ignorado. Prefiere amar de manera anónima, para que el amado no sienta la carga de la deuda del bien recibido. En la encarnación, Dios nos ama por senderos silenciosos, quizás para no aumentar el escándalo de la indiferencia o incluso del o 9 de diciembre de 2010 INFO SSCC hermanos - Página 1 Nº 44rechazo de parte de los que son amados. Como el padre de la parábola, que no reprocha nada a sus dos hijos que, a pesar de haber recibido todo de él, le abandonan o le desprecian (Lc 15,20.28).

La vida oculta de Jesús es ya un adelanto del amor gratuito que nos pide el evangelio: “si amáis a los que os aman, ¿qué hacéis de extraordinario?” (Lc 6,32). Hacer el bien sin
esperar nada a cambio, servir discretamente sin ser vistos, ayudar ocultamente a los que nos resultan hostiles… Ése es el misterio redentor de Jesús “oculto” en la noche de Navidad y en su juventud en Nazaret. Como dice el lenguaje de la devoción al Sagrado Corazón, se trata del amor no amado.

¡Santo y feliz Jesucristo!, cantaremos en la noche de Pascua de Resurrección; feliz por
participar en la bienaventuranza que él mismo proclamó: “¡Dichoso tú porque no pueden pagarte!” (Lc 14,14). Dichoso tú, Jesús, porque no podemos responder al amor con que nos salvas.

La vida oculta de Jesús es también tiempo de aprender del Maestro interior, del Espíritu, que habla en voz baja, sin mucho ruido, y enseña a captar lo escondido, lo que no se ve. En Nazaret, Jesús aprenderá a calcular la fuerza interior de una semilla enterrada, a apreciar lo que vale la ofrenda de una viuda pobre, a tomarse en serio el hambre y la enfermedad, a esperar la fermentación de la masa del pan, a saborear la sal en la comida, a comprender la importancia de los cimientos en una construcción, a percibir la esperanza de una mano que lo toca en medio de la multitud, a sondear la angustia y la alegría de una mujer que da a luz, a imaginar la metáfora que encierra el viento soplando donde quiere, a conocer bajo la máscara de las apariencias la verdad y la mentira de los corazones… En su vida oculta, Jesús forjará el lenguaje del Reino.

El lado oculto de Jesús nos invita a amar sin ser vistos, sin buscar justificarnos por el aprecio que otros nos profesan o por el grado de aceptación con que nos sentimos gratificados en nuestro entorno. Es el camino de la libertad.

El lado oculto de Jesús nos estimula a servir discretamente incluso a los que nos hacen la vida difícil, perdonando, sin llevar cuentas del mal. Es la única manera de construir la
comunidad. 

El lado oculto de Jesús nos recuerda que nuestro lugar no está principalmente entre los que ya conocen al Señor y nos reconocen a nosotros como personas honorables y valiosas, sino junto a los “ocultos”, los que no se dejan ver, junto a los que andan por la vida como huérfanos sin Padre, en las fronteras del sufrimiento, de la pobreza y de la increencia. Como me decía muy gráficamente hace poco el superior general de los jesuitas: nuestro puesto no es el del “Rey del Universo” (de visión esplendorosa y atrayente), sino el del Ecce Homo (ante el que se vuelve el rostro). El Ecce Homo es ya el niño acostado en el pesebre.

El lado oculto de Jesús nos atrae, en fin, hacia lo secreto, hacia la adoración personal y
silenciosa, hacia esa intimidad –que nuestro pudor protege- donde nos quedamos a solas
con Dios, a puerta cerrada, liberados de la tarea de preparar discursos para otros,
aprendiendo de su corazón el verdadero lenguaje de su Reino. 

Que tengáis una feliz y santa celebración de la Navidad.
Javier Álvarez-Ossorio sscc
Superior General