sábado, 1 de noviembre de 2008

Con un corazón agradecido a mi Dios

Mis hermanos y hermanas en la fe.

Al compartir lo vivido de estos tiempos, siento que quisiera hacerlo con el corazón en la mano y en profunda gratitud al Señor por la manifestación de su Espíritu en cada una, por sus compartires, por las resonancias a mi compartir anterior. Gracias porque me han permitido percibir y acoger tanta ternura del Espíritu a través de sus resonancias. Han sido para mi, la manifestación puntual amorosa y compasiva de mi Dios comigo ,acogida con fe y gratitud en lo profundo de mi corazón. Han sido canal por donde Dios se deja Ser sorpresa de gracia a sus criaturas en misterio de amor, de donación en gratuidad. Ante esta me sentí abrir el Corazón para escuchar, sentir, beber, acoger, hacer que repose en mi y lo experimento como mansa lluvia que empapa la tierra, así percibo al Señor conmigo a través de cada resonancia. Me han regalado releer, ahondar, a que mi fe repose y descanse solo en El, abandonarme en su mano, pequeña allí experimentar su fortaleza en mi.
Me siento volver de un largo camino recorrido en el desierto, de lucha, de enfrentamiento contra fuerzas oscuras con ropage de magia , de mentira. Se trata de haber acompañado en largo lapso a persona atacada, a mi comunidad, a la comunidad parroquial como afectada y atacada.
Percibir con repugnancia y horror la acción maligana que intenta destruir la fe y la persona. Ha sido compartir dolor y sufrimiento, humillaciones en mis hermanas y la comunidad grande en el lapso en que no contamos con la presencia del sacerdote párroco de la Parroquia.
Hoy siento que el Señor me preparó para este combate aunque haya tocado mi fragilidad e impotencia en la tarea de acompañar. Me ha ayudado refrescar en mi aquello que alguna vez Carlos de la Cruz me expresó en mi experiencia de retiro: al maligno no se responde, si respondes te enredas más. Y para Jesús, esta clase de demonio solo se expulsa con la oración; han sido mi agarradera para acompañar la situación: la decisión en el Espíritu de permanecer en el silencio y la oración.
Releo la experiencia, voy descubriendo y contemplando la fidelidad y firmeza de mi Dios conmigo quien me dejó tocar el fondo y límite de mi fe con impotencia, descubrir que ya no puedo más, sentir que he sido sacudida y maltratada en mi fe. Percibí mi debilidad , la tentación de abandonar todo, con fuerte dosis de desánimo al no poder ver un pronto final. Así como me encuentro siento en mi corazón un susurro tierno que viene a mi auxilio: Teresa: profesa tu fe en "Solo Dios",Padre Todopoderoso, su poder está en ti, y nadie puede contra él. San Pablo sale al camino: Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, así podrán atajar las flechas incendiarias del demonio. Esto me condujo a cobrar confianza en la certeza de su palabra, a sentirme que no soy nada y a colocarme en su mano, aconfiar en su fuerza y en su poder, acoger con fe que es El quien lucha en mi y por mi. El me acompsaña y yo acompaño en El, sola no puedo nada. Siento que me ha atado a su corazón, que se ha fortalecido mi fe , la fe de mi comunidad grande y pequeña, y siento con gozo el triunfo de su gracia en mi, en los demás.
Ha habido en mi mucha muerte en este duro proceso, mucho despojo, mucha purificación, vaciamiento de seguridad en mi, de apoyo humano, siento que ha pasado en "Solo Dios".
Siento que mi Señor me regalado probar un poco del poder de su resurrección, de su fortaleza en mi, en el acompañamiento que es el suyo y de lo suyo. Hoy en el descanso de mi fe y mi espíritu en el Espíritu de mi Dios emerge de lo profundo de mi corazón una acción de gracias a mi Creador en comunión con la de Jesús a su Padre.
Me encomiendo a sus oraciones celebrando la comunión de la Santidad de Dios. Un gran abrazo en el amor del Señor. Teresa Inés (Venezuela)