sábado, 1 de octubre de 2005

Teresa de Lisieux: Guerrera de Dios en la humildad


Poema de Teresa de Lisieux a Juana de Arco. Las dos son patronas de Francia. Las dos son guerreras por Dios y su Reino. Lo que sigue es parte de una poesía de Teresa a Juana. Las dos nos espolean pues el tiempo apremia y la lucha por el Reino exige supremos sacrificios.
Dios vencedor, tu Iglesia, toda entera,
rendir pronto quisiera honor en los altares
a una virgen y mártir, a una niña guerrera,
cuyo nombre resuena ya en el cielo.

¡Todos los héroes juntos pesan menos que un mártir!
Juana es obra maestra de tus manos, Señor.
Un corazón de fuego y un alma de guerrero
diste a la virgen tímida, tierna jovencita.

El resplandor divino de este ángel de los cielos
y su mirada pura y su palabra en llamas
hicieron que las frentes atrevidas
al suelo se inclinaran.

Mas no son éstas las victorias grandes
que de Juana hoy queremos celebrar;
las verdaderas glorias que en ella celebramos
son y serán por siempre, ¡oh Dios!,
sus virtudes, su amor.

Mas sus grandes virtudes
necesitaban el divino sello
del sufrimiento amargo,
que fue el sello bendito de su Esposo, Jesús.

Tú eres, pura doncella, nuestra dulce esperanza,
escucha nuestras voces, ven de nuevo a nosotros.

Hija de Dios, bellos fueron tus pasos.

Sé tú la defensora
de los que nada pueden,
conserva la inocencia
en las cándidas almas
de los niños.

¡Oh dulce mártir!,
tú sabes que el objeto de nuestros ruegos
son, como el objeto de los tuyos,
ver que en todas las almas reine Dios.

Muy lejos de nosotros huirán temor y miedo.