sábado, 1 de octubre de 2005

Tiempo Litúrgico Ordinario


PERMANECE EN SU SEGUIMIENTO.

"Cierto día la gente sea agolpaba a su alrededor para escuchar la palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. En eso vio dos barcas amarradas al borde del lago; los pescadores habían bajado y lavaban las redes. Subió a una de las barcas, que era la de Simón, y le pidió que se alejara un poco de la orilla; luego se sentó y empezó a enseñar a la multitud desde la barca.

Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Lleva la barca mar adentro y echen las redes para pescar." Simón respondió: "Maestro, por más que lo hicimos durante toda la noche, no pescamos nada; pero si tú lo dices, echaré las redes." Así lo hicieron, y pescaron tal cantiddad de peces, que las redes casi se rompían. Entonces hicieron señas a sus asociados que estaban en la otra barca para que vinieran a ayudarles. Vinieron y llenaron tanto las dos barcas, que por poco se hundían.

Al ver esto, Simón Pedro se arrodilló ante Jesús, diciéndo: "Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador." Pues tanto él como sus ayudantes se habían quedado sin palabras por la pesca que acababan de hacer. Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón.

Jesús dijo a Simón: "No temas; en adelante serás pescador de hombres." En seguida llevaron sus barcas a tierra, lo dejaron todo y siguieron a Jesús.

Lc. 5, 1 - 11