sábado, 1 de octubre de 2005

ALBERTO HURTADO

Palabras de Benedicto XVI en la canonización de Alberto Hurtado
Plaza de San Pedro
Jornada mundial de las misiones
Domingo 23 de octubre de 2005


"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón... y a tu prójimo como a ti mismo" (Mt 22, 37. 39). Este sería el programa de vida de san Alberto Hurtado, que quiso identificarse con el Señor y amar con su mismo amor a los pobres. La formación recibida en la Compañía de Jesús, consolidada por la oración y la adoración de la Eucaristía, le llevó a dejarse conquistar por Cristo, siendo un verdadero contemplativo en la acción. En el amor y entrega total a la voluntad de Dios encontraba la fuerza para el apostolado. Fundó El Hogar de Cristo para los más necesitados y los sin techo, ofreciéndoles un ambiente familiar lleno de calor humano. En su ministerio sacerdotal destacaba por su sencillez y disponibilidad hacia los demás, siendo una imagen viva del Maestro, "manso y humilde de corazón". Al final de sus días, entre los fuertes dolores de la enfermedad, aún tenía fuerzas para repetir: "Contento, Señor, contento", expresando así la alegría con la que siempre vivió."


Palabras de Alberto Hurtado: Reflexión de fe sobre su praxis en seguimiento de Jesús

"Usted me pregunta cómo se equilibra mi vida. Yo también me lo pregunto. Estoy cada día más comido por el trabajo: correspondencia, teléfono, artículos, visitas; el engranaje terrible de los negocios, Congresos, Semanas de Estudios, conferencias prometidas por debilidad, por no decir no, o por no dejar esta ocasión de hacer el bien; presupuestos que cubrir, resoluciones que es necesario tomar ante acontecimientos imprevistos. La carrera por ver quién llegará primero en tal apostolado urgente, en que la victoria materialista aún no es definitiva. Soy, con frecuencia, como una roca golpeada por todos lados por las olas que suben. No queda más escapada que por arriba. Durante una hora, durante un día, dejo que las olas azoten la roca; no miro el horizonte, sólo miro hacia arriba, hacia Dios.

¡Oh bendita vida activa, toda consagrada a mi Dios, toda entregada a los hombres, y cuyo exceso mismo me conduce, para encontrarme y dirigirme hacia Dios! Él es la sola salida posible. En mis preocupaciones, mi único refugio.

Las horas negras vienen también. La atención, tiranteada continuamente en tantas direcciones, llega el momento en que no puede más: el cuerpo ya no acompaña la voluntad. Muchas veces he obedecido, pero ahora ya no puede. La cabeza está vacía y adolorida, las ideas no se unen, la imaginación no trabaja, la memoria está como desprovista de recuerdos. ¿Quién no ha conocido estas horas?

No hay más que resignarse durante algunos días, algunos meses, quizá algunos años, a detenerse. Ponerse testarudo sería inútil: se impone la capitulación. Y entonces, como en todos los momentos difíciles, me escapo a Dios, le entrego todo mi ser y mi querer a su Providencia de Padre, a pesar de no tener fuerzas ni siquiera para hablarle. ¡Ah, y cómo he comprendido su bondad aun en estos momentos!

En Dios me siento lleno de una esperanza casi infinita. Mis preocupaciones se disipan. Se las abandono. Yo me abandono todo entero entre sus manos... Soy yo de Él, y Él tiene cuidado de todo y de mí mismo. Mi alma por fin reaparece tranquila, serena. Las inquietudes de ayer, las mil preocupaciones porque “venga a nos tu Reino” y aun el gran tormento de hace pocos momentos ante el temor del triunfo de sus enemigos… Todo deja sitio a la tranquilidad en Dios, poseído inefablemente en lo más espiritual de mi alma. Dios: la roca inmóvil contra la cual se rompen en vano todas las olas. Dios, el perfecto resplandor que ninguna mancha empaña. Dios, el triunfador definitivo, está en mí. Yo lo alcanzo con plenitud al término de mi amor. Toda mi alma está en Él, y luego, dulcemente, seguramente, como si los combates de la vida y las inseguridades e incertidumbres me hubieran completamente abandonado. Estoy bañado de su luz. Me penetra con su fuerza. Me ama."

De los escritos inéditos del Santo Alberto Hurtado, S. J.: “Siempre en contacto con Dios”

No hay comentarios: